Desde la iluminación, la edición, los personajes y la música..... Todo te atrapa en una atmósfera propia, haciendo que mires la ciudad de París y tu propio alrededor de otra manera.
Amelie ( Audrey Tatou) no es una chica como las demás. Ha visto a su pez de colores deslizarse hacia las alcantarillas municipales, a su madre morir en la plaza de Nôtre-Dame y a su padre dedicar todo su afecto a un gnomo de jardín. De repente, a los veintidós años, descubre su objetivo en la vida: arreglar la vida de los demás. A partir de entonces, inventa toda clase de estrategias para intervenir en los asuntos de los demás.
Los personajes se sienten completos, con personalidad y fondo. Son luchadores, mejores o peores, pero cada uno con su propia batalla. Y esto lo logran con una técnica que solo puede funcionar en una película de una edición tan rápida como esta. Simplemente los presentan como quien lee una ficha, el narrador dice su nombre, que le gusta, que no y que les ha hecho como son. Simple y sin florituras.
Los pequeños detalles de la película son las que de verdad la hacen única, como la imaginación de Amélie hace que se comporte de una manera u otra, como su creatividad hace que le dé mil vueltas a las cosas y busque soluciones de la manera más complicada posible. Sigues sus planes y esquemas y puedes ver cómo poco a poco las piezas del puzle se van formando.
Si bien en general la edición es impecable, sí que hay escenas que quitaría, son lentas, discordes con el resto de la historia y no aportan nada para lograr los objetivos de los personajes. Pero a la vez escenas así son necesarias, tras en cenas de mucha acción y movimiento, donde nos dan mucha información, es importante tener un momento para poder procesarlo todo.
Esta película, su técnica, sus personajes, su manera única y especial de enfocar y contar la vida de una persona tan única como Amélie hacen de esta película una indispensable para cualquier amante del cine. Le doy una puntuación de 4 sobre 5
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